domingo, 3 de diciembre de 2017

Uso responsable de los rodenticidas

Seguro que habrán leído, estos días pasados, el suceso del kebab de Pamplona, donde lamentablemente unos jóvenes resultaron intoxicados. Independientemente de la mala praxis profesional de sus responsables, que no tuvieron en cuenta ni unos mínimos protocolos de seguridad alimentaria, que hubiesen podido probablemente prevenirlo, hay también otras consideraciones sobre los productos implicados...

Las ratas y ratones han vivido con nosotros durante siglos y también, en ese mismo tiempo, hemos intentado combatir esta plaga y desde los años 50, con productos químicos específicos. Resulta fundamental el control de su presencia, además de por los daños económicos, porque pueden llegar a ser vectores de enfermedades. Los productos raticidas, matarratas o lo que los del sector llamamos rodenticidas, están fundamentalmente formulados a base de anticoagulantes que llevan a los roedores a la muerte por hemorragia interna. Son tácticas del control de plagas, pensadas para que los animales, como ya he dicho otras veces de las bacterias, con sus estrategias de supervivencia, no relacionen, al menos de forma rápida, la ingestión de un producto y la muerte instantánea de sus congéneres, ya que si no son aceptados no realizan su función. De ahí que se llamen de acción retardada, lo que los hace especialmente interesantes y los más utilizados actualmente.

Rata gris o de alcantarilla Rattus norvergicus


Por supuesto que el modo de acción de estos productos es muy similar a los anticoagulantes utilizados en el ámbito sanitario para las personas, por lo que un facultativo que observe en una analítica de sangre parámetros de anticoagulación, máxime en unos jóvenes como en este caso, si no están en tratamiento anticoagulante, piensa en intoxicaciones como ésta. Afortunadamente existen antídotos, como la vitamina k, que permiten revertir, si es a tiempo, esta situación. Pero a lo que iba, estos productos rodenticidas de tipo anticoagulante, fundamentalmente a base de bromadiolona o similares, deben ser bien identificados por su etiqueta. Si en ella se lee “uso por el público en general” puede ser utilizado por cualquier persona, teniendo en cuenta las instrucciones de la etiqueta y pensados para un ámbito doméstico. Si por el contrario se lee “uso por personal profesional especializado” se trata de productos, que por sus especiales características, deben ser utilizados por personal con formación específica de las empresas de control de plagas, adecuadamente autorizadas y en especial para un ámbito alimentario como es el caso y en su venta se debe controlar esto.

Ratón doméstico Mus musculus


Distinguir estos usos es fundamental para un manejo adecuado, evitando sucesos como éste, en el que además cuando se trata de alimentos, hay que ser especialmente exquisitos. Lo sucedido en el kebab está en investigación judicial, de la que se derivarán responsabilidades por delito contra la salud pública, pero una vez más se pone de manifiesto la importancia de cumplir la legislación y de la formación para una buena praxis profesional en este sector, ya que si no las consecuencias pueden ser graves, ya lo hemos visto.

La Unión Europea está trabajando en la búsqueda de productos menos peligrosos y con una eficacia similar a éstos, para sustituirlos, pero no es tarea fácil y así lo ha reconocido, concluyendo que de momento no puede hacerse sin riesgos para la salud pública derivados de las plagas, por lo que ha decidido recientemente prolongar su uso, al menos hasta 2024. Eso sí, los productos deben utilizarse conforme a sus especificaciones y condiciones y así lo recalca expresamente, lo que al parecer no se ha hecho en este caso. Como precauciones adicionales, estos productos deben llevar obligatoriamente un agente repelente, normalmente un amargante y un colorante para generar rechazo en su consumo, pero si se camuflan en un alimento o salsa, esto cambia y pueden pasar desapercibidos. Esperemos que se recuperen rápido pero también que se manejen estos productos con responsabilidad.

Fuente: Artículo de Teresa Ferrer Gimeno, jefa de sección de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra

Publicado en ANECPLA el 23 de noviembre de 2017

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